viernes, 3 de agosto de 2018

CON SILBATO Y PINCEL

Si bien ya no imparte justicia en el alto hándicap, Augusto Gómez Romero es considerado uno de los árbitros de polo argentino con mejor reputación, y es también reconocido por sus dotes en la pintura, en donde despliega su pasión por las costumbres del campo de nuestro país.

Desde muy joven encontró el entusiasmo por el campo, los caballos y las tradiciones gauchas. A los 16 años Augusto expresó su afán por los caballos cuando comenzó a jugar al polo en el intercolegial, representando al Liceo Militar, y más tarde lo hizo como referí profesional. En 1985, en Palm Beach, jugó una copa con su hermano Fortunato, Patricio Gracida y Alan Connell. Allí, Jeanne Chisholm, dueña de una galería de arte dentro del club donde se hacía el torneo, vio los dibujos de Gómez Romero y quedó tan fascinada que organizó un vernisage con gran éxito y lo convenció para que abandonara el dibujo y asistiera a clases de pintura en Buenos Aires. Augusto describe su arte como costumbrista y tradicionalista.



Su trabajo en una consignataria de hacienda lo llevó a recorrer gran parte de nuestro país rural. “Viajo por todos lados revisando campos y estancias, con sus puestos, galpones, materas, mangas y corrales, y me vienen a la mente rincones que reflejan épocas pasadas, que hablan de paisanadas, tertulias, romerías y boliches, y me imagino tropillas, madrinas, cencerros, domadores, peones de patio, sogueros, capataces y milicos de otros tiempos. Y esto sucede tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Patagonia o los Esteros del Iberá”, dice Augusto, y resalta que de esos viajes acumula un gran caudal de inspiración que le sirve para expresar todos los rincones del campo argentino.


Dejamos a un lado el costado artístico de Augusto, y nos adentramos en su otra pasión: el polo, deporte que practicó por muchos años en San Jorge, Hurlingham, La Cañada, y siempre lo hace en Calvú Leuvú, Azul, donde llegó a 6 de hándicap. También lo hizo en Estados Unidos, Europa, Nigeria, Brasil, Uruguay, Guatemala y Colombia, entre otros. Y además, aceptó la invitación para ser uno de los referís oficiales de la Asociación Argentina de Polo, actividad que abandonó hace dos años, pero a pesar de ello, sigue atento a las novedades que llegan desde la AAP.


-¿El polo argentino está transitando una crisis?

-En mi opinión, el polo Argentino claramente necesita cambios. No sé si esta Presidencia es la adecuada para realizarlos, ojalá encuentren el camino y puedan hacer una gestión con éxito. El polo por varias razones está viviendo años grises, y esto responde a una diversidad de causas, algunas solucionables por nuestra administración, y otras ajenas a nuestras voluntades, como son situaciones críticas de las economías, tanto del país como del mundo en general. El polo del interior es una gran base de la actividad y hoy está absolutamente incapaz de desarrollarse. Los costos son muy difíciles de afrontar, los clubes no pueden mantener sus instalaciones en condiciones, los jugadores amateurs solventaban sus gastos con la venta de algún caballo, y así se fomentaba un semillero de nuevos jugadores, petiseros, domadores, veterinarios, etc. Hay clubes que no tienen el número de jugadores para hacer una práctica. La comercialización de caballos tan exitosa anteriormente, hoy es inexistente. Las grandes organizaciones, por su estructura, inversión y profesionalismo se quedaron con el negocio de venta de caballos, antes mucho más atomizada, por ende el jugador común perdió esta posibilidad de solventar sus gastos. Con respecto al alto polo ya no se ven esas tribunas repletas que desbordaban de gente como ocurría antes. Esto se debe claramente a la competencia de la televisación, hoy excelente, y un poco a la pérdida de interés demostrada por el público ante partidos con equipos muy desiguales. 

-¿Un jugador profesional en actividad puede presidir la AAP? ¿Eso es bueno o malo para el polo?

-Creo y estoy seguro que en cualquier actividad no se puede ser juez y parte. Esto me lo enseñó la vida, y la administración de la AAP no es una excepción. Los integrantes del Consejo Directivo no deben participar en los grandes torneos oficiales. Hay que tratar de evitar que exista familiaridad con equipos actuantes. No dudo la imparcialidad en la toma de decisiones por partes de los integrantes del consejo, pero siempre existen y existirán suspicacias e interpretaciones en los equipos perjudicados.



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