Diego Reynal, junto
a su padre, crían búfalos en el norte del país. Siempre estuvieron volcados a
la cría de ganadería bovina, pero en el 2002 mutaron hacia la cría de búfalos a
partir de la compra de 30 búfalas en la Rural de Formosa, y a partir de allí no
pararon.
Actualmente, los Reynal tienen un plantel de más de 8000 cabezas en
dos campos propios, que, sumado a otro campo alquilado, suman más de 11 mil
hectáreas.
“En ambos
establecimientos hacemos ciclo completo, vendemos bubillos y búfalas gordos,
bubillas preñadas, y toros búfalos”,
comenta Diego, y después agrega: “Estamos comercializando entre 1200 y 1500 animales por año, y venimos
creciendo en 500 animales anualmente”.
La mayoría de las
ventas están destinadas al mercado interno, aunque también se exporta un
porcentaje menor. “Vendemos algo de bubillos pesado de más de 500 kilos. En los
campos duros y bajos del NEA, el búfalo es muy superior al vacuno. Se produce
más del doble de kilos y a menor costo. Nuestro costo de producción está en el
orden de los 15 pesos el kilo, y la venta del gordo en 25 pesos. Te da una mayor renta que el vacuno. La idea
es empezar a crecer en el mercado externo”, explica Reynal.
Para los Reynal, la
clave en la cría del búfalo está en el manejo. Según Diego, el búfalo manso es
más dócil y fácil de manejar que el vacuno, y suelen tener mucho respeto al
alambre eléctrico. Además, son muy inteligentes para manejos en rotaciones. Se
desparasita tres o cuatro veces por año y se le da cobre, similar a lo que
ocurre con un bovino, y no tiene problemas de garrapatas. “La inversión en
sanidad no superar los $2 por kilo vivo comercializado”, dice el criador de
búfalos, y para cerrar, agrega: “Es un animal muy noble que nos permitió
duplicar la producción de carne por hectárea en relación al esquema de ciclo
completo que teníamos instrumentado para la producción bovina”.
En la primera década
del siglo XX se introdujeron desde Brasil búfalos de raza Mediterránea. Pero
como no se pudieron cruzar con los vacunos, se los abandonó en diversas
estancias, destinándose para el consumo interno de las mismas, volviéndose los
animales ariscos y consanguíneos por falta de manejo. Pero en los años ´70
renace el interés en criadores que buscaban explotar campos bajos que eran poco
productivos con vacunos, ubicados en la cuenca del río Paraná. Actualmente en nuestro
país hay pocos criadores que tiene rodeos puros de una calidad genética muy alta,
inclusive a nivel mundial. También se está trabajando en inseminación con
material de alta calidad.
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