jueves, 30 de agosto de 2018

EL CORDERO PATAGÓNICO: UNA TENTACIÓN MUNDIAL

La producción ovina representa un rubro importante dentro del sistema agropecuario argentino. A fines del siglo XIX el país contaba con 74 millones de ovinos, número que se fue reduciendo con el correr de los años. Esta merma obedece a múltiples factores, pero en los últimos años, el aumento del guanaco y la proliferación de perros asilvestrados, complicaron aún más la producción ovina en la Patagonia argentina.


Pero todavía hay quienes a pesar de los problemas que afronta la actividad, siguen apostando a la cría de ovinos. Juan José Maglié Benítez es parte de la 3ra generación que cría ovinos en la Estancia Los Petisos, ubicada en Santa Cruz, en la zona de Pampa Alta, desde 1928. Allí, los Benítez tienen unas 3 mil cabezas de Merino, y algo de Corriedale, teniendo en cuenta que la producción ovina argentina es de tipo doble propósito carne-lana basada en ambas razas. “Lo ideal es mantenerse con un Merino grande, igualmente se le agrega un 10 % de Corriedale para reforzar el tamaño”, explica Juan José.
En los campos de la zona central de la pampa patagónica, según su materia seca por hectárea, el promedio es 20 mil hectáreas la unidad productiva. Si el índice de materia seca es alto, se cría Corriedale, pero si los índices son bajos, se cría merino, que requiere menos cantidades por una cuestión de tamaño de la raza.

En cuanto al manejo en Los Petisos, durante el verano la hacienda está en los campos altos, donde hay mayor cantidad de materia seca. Durante el invierno, estos campos se cubren de nieve,  y por tal motivo,  hay que trasladar la hacienda a lugares protegidos donde no haya nieve, con menos materia seca, pero en campos que no llegan a cubrirse de nieve para que la hacienda pueda alimentarse durante el invierno.


“Es importante tener una buena infraestructura y respetar los tiempos de trabajos de manejo de hacienda para tener una buena cría, y la menor cantidad de pérdidas posibles. La sanidad, el agua, el personal y la administración, todo eso es clave para que una administración sea eficiente”, dice Maglié, y agrega que los predadores de cuatro patas (puma, zorro y guanaco) y la falta de personal capacitado, siguen siendo problemas que afectan la actividad. Y para finalizar, Juan José señala que el productor ovejero es largoplacista, ya que siempre va a tener rentabilidad porque apuesta al futuro.


La producción ovina en Argentina
La producción de cordero del país se destina casi en su totalidad al mercado interno desde hace ya 4 años, debido a la caída de los precios internacionales y el tipo de cambio argentino. La producción de carne ovina es menos importante que la de lana, y se destina principalmente al consumo de las familias que viven en el campo. En la Argentina unos 80 mil productores tienen alrededor de 15 millones de ovinos. El 85% de los productores tienen menos de 100 animales en sistemas de producción mixtos o de pequeña agricultura familiar. Sin embargo en la estepa patagónica, donde se crían dos tercios de los ovinos del país en forma de mono-cultura extensiva, más de un tercio de los productores tienen más de 1000 ovinos.  Algunas empresas tienen más de 50,000 ovinos. La producción ovina argentina es de tipo doble propósito de carne y lana basada en las razas Merino y Corriedale.

FOTOS:
@valubarrera
Romina Gómez

martes, 21 de agosto de 2018

DIVINAS TENTACIONES

El té verde de matcha muy conocido en Japón, y está ganando rápidamente popularidad en todo el mundo debido a su capacidad de aumentar la energía sin incrementar la frecuencia cardíaca, entre otros beneficios. Se trata de un polvo fino brillante procedente de las hojas de té verde, y se caracteriza por su sabor particular; de muchísima intensidad; un ligero gusto a hierba fresca; y con un fuerte amargor. Según expertos, un vaso de matcha equivale a 10 vasos de té verde en contenido en antioxidantes y valor nutricional.


Adrián Cho y Paola Chang, son descendientes de coreanos, y luego de viajar y estudiar la gastronomía de Asia y Francia, crearon Lab Sucré,  una pastelería y cafetería gourmet que fusiona recetas de Oriente y Occidente, con la preponderancia del uso del matcha (té verde), propio de la pastelería japonesa.
La pastelería está ubicada en el barrio de Caballito, justo en el límite con Flores, donde apostaron por una pâtisserie de diseño que incorpora sabores exóticos. Los aromas de las delicias de Lab Sucré invaden una esquina moderna, vidriada y blanca, con una propuesta estética atípica. El lugar es muy ordenado, y mantiene el típico orden y refinamiento de la cultura japonesa, y así logra un ambiente cálido, silencioso; con pocas mesas, se convierte en un refugio en la ciudad donde los clientes parecen sentirse a gusto.


“El trabajo constante, la perfección y el respeto a las tradiciones familiares y culturales, son los secretos que hacen única a la pastelería japonesa y que, por curiosidad y mucho estudio, logré hacer una fusión con las raíces porteñas, junto con lo que está en vigencia y de moda en Europa y Oriente”, dice la chef  Pâtisière, Paola Chang, quien se formó bajo la dirección del chocolatero Jacques Genin.


En Lab Sucré lucen como piezas las fraccionadas o lingotes, los nuevos éclairs de café, vainilla, chocolate y matcha. Los cuadrados, las cookies y petits fours, budines, brownies, barras de granola, waffles belgas tradicionales con dulce de leche y salsa de chocolate. Y las tortas de siempre. Con ingredientes nobles como el chocolate belga, dulce de leche, mousse, frutos secos, matcha, praliné, y frutales de fresa, mango y maracuyá.  Y la nueva incorporación estrella: el cheesecake japonés. También se puede disfrutar un blend de café de Puerto Blest, té, matcha latte o jugos de naranjas naturales recién exprimidos. Existe además la opción salada, un tostado especial de la casa, de jamón y queso en pan de leche japonés. Toda la elaboración es artesanal, realizada y supervisada por Paola y su equipo de trabajo.


El local está ubicado en la Av. Avellaneda 1932, CABA. http://labsucre.com/



jueves, 16 de agosto de 2018

UN DOMADOR CON BUENOS TRATOS

El sistema de doma tradicional suele dejar secuelas irreparables en los caballos, y trae graves consecuencias para el animal. Los criadores más importantes del país sufren enormes pérdidas debido al castigo físico y sometimiento en la doma convencional. Pero con el tiempo fueron apareciendo domadores que tomaron nota de esto y comenzaron a desarrollar distintas técnicas que evitan el maltrato y los traumas en el animal durante el proceso de doma.


Así fue que Ignacio Sáenz Valiente le dio forma a la “Doma Inteligente”, un modo de amansar a los caballos sin tener que someterlos a la brutalidad.  “Es un concepto de doma, porque la doma no es estática sino que es dinámica. En este concepto de doma, trabajamos sobre la inteligencia del caballo, que es la capacidad de resolver los problemas con elementos con los que contamos, y esos son los conocimientos para los hombres. La cría de caballos es costosa, y el productor no puede darse el lujo de perder caballos en la doma”, dice con seguridad, y luego agrega: “No me ato a una estructura de doma, sino que busco resolver los conflictos del animal y disminuir los riesgos tanto para el hombre como para el caballo”.
Ignacio da clínicas de doma inteligente, clínicas de primera monta, clínicas de manejos de potrillos, cabalgatas, y otras actividades relacionadas con el campo. Todo lo hace en el refugio El Manantial, ubicada en el kilómetro 171 de la Ruta 11, en plena Bahía de Samborombón, partido de Castelli, provincia de Buenos Aires. El lugar es prolijo y pintoresco.


Ignacio Sáenz Valiente es médico veterinario, y desde muy chico comenzó a domar petisos Welshpony con sus hermanos en Talas Grandes, que formaba parte de la vieja estancia Rincón de López, donde Juan Manuel de Rosas se hizo hombre de campo. Posteriormente, Ignacio empezó a domar caballos de trabajo y de polo, siempre a través de la doma tradicional. Con la observación de distintos especialistas, tanto de Argentina, como Brasil, Estados Unidos, y Australia, entre otros, fue adaptando diferentes técnicas y herramientas, intentando disminuir los riesgos a cero, tanto del caballo como del domador.
Las clínicas que dicta Ignacio cuanta con todos los servicios incluidos y entrega de diploma. Según Sáenz Valiente, lo ideal es domar un potro a los tres años, aunque a los dos y medio ya se le podría enseñar algunas técnicas de a pie y con riendas largas. Durante la primera etapa, se busca generar un vínculo con el animal, porque sin él, no hay aprendizaje. Aquí, Sáenz Valiente busca la estabilidad del animal para que pierda los miedos y tenga confianza en el domador: “Es un trabajo de confianza y respeto. Para que me tenga confianza y me respete tiene que haber comunicación entre ambos, y buscar la confianza sin que pierda el respeto y buscar el respeto sin miedo”.


Después de los trabajos de habituación, se comienza con el trabajo de control de partes vía tierra, donde se enseña al caballo a mover las manos, las patas, a aprender a parar, a recular, y a mover las costillas. Luego de unos buenos ejercicios, Ignacio monta al caballo y realiza ejercicios al paso, al trote, y por último, el galope.

Todos los caballos que doma Ignacio se trabajan desde abajo haciendo énfasis en las señales del domador, y técnicas como el uso del rebenque, el bocado y las maneas son totalmente descartadas, y reemplazadas por otras propias de Sáenz Valiente, como el uso de fustas con sogas y bolsas, para habituar a los caballos, siempre buscando mejorar la comunicación y movimientos naturales tanto a pie como montado.

Durante el trabajo a tierra, los caballos son habituados a las sogas, al uso del poncho, y a los demás elementos que son necesarios para los caballos de trabajo y que debe usar el paisano. 

La Doma Inteligente se puede aplicar en todas las razas equinas, pero según Ignacio, el domador debe estar atento a la exigencia de cada raza, a su especialización y disciplina: “Por ejemplo, el animal en el polo debe flexionar más alto que para otras actividades. No es igual que la flexión del cuarto de milla, que la cabeza se ubica en una posición más baja. La base y el concepto son los mismos”, resalta.


Ignacio aprendió la doma tradicional y otros métodos observando a los mejores domadores del país, pero también decidió cruzar la frontera y adquirir experiencia en Estados Unidos, donde confluyen distintas técnicas: “Fue una experiencia muy positiva. Visité centros de entrenamientos, más de 60 domadores y entrenadores para conocer sus trabajos. Allá la doma es totalmente distinta. Todo es metodología, saber por qué, para qué y cómo debo hacer para buscar eliminar el rigor y el maltrato”, dice Sáenz Valiente, quien desde la doma hace su aporte a una Argentina que crece.

Para más información y consultas: nacho@domainteligente.info


viernes, 3 de agosto de 2018

CON SILBATO Y PINCEL

Si bien ya no imparte justicia en el alto hándicap, Augusto Gómez Romero es considerado uno de los árbitros de polo argentino con mejor reputación, y es también reconocido por sus dotes en la pintura, en donde despliega su pasión por las costumbres del campo de nuestro país.

Desde muy joven encontró el entusiasmo por el campo, los caballos y las tradiciones gauchas. A los 16 años Augusto expresó su afán por los caballos cuando comenzó a jugar al polo en el intercolegial, representando al Liceo Militar, y más tarde lo hizo como referí profesional. En 1985, en Palm Beach, jugó una copa con su hermano Fortunato, Patricio Gracida y Alan Connell. Allí, Jeanne Chisholm, dueña de una galería de arte dentro del club donde se hacía el torneo, vio los dibujos de Gómez Romero y quedó tan fascinada que organizó un vernisage con gran éxito y lo convenció para que abandonara el dibujo y asistiera a clases de pintura en Buenos Aires. Augusto describe su arte como costumbrista y tradicionalista.



Su trabajo en una consignataria de hacienda lo llevó a recorrer gran parte de nuestro país rural. “Viajo por todos lados revisando campos y estancias, con sus puestos, galpones, materas, mangas y corrales, y me vienen a la mente rincones que reflejan épocas pasadas, que hablan de paisanadas, tertulias, romerías y boliches, y me imagino tropillas, madrinas, cencerros, domadores, peones de patio, sogueros, capataces y milicos de otros tiempos. Y esto sucede tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Patagonia o los Esteros del Iberá”, dice Augusto, y resalta que de esos viajes acumula un gran caudal de inspiración que le sirve para expresar todos los rincones del campo argentino.


Dejamos a un lado el costado artístico de Augusto, y nos adentramos en su otra pasión: el polo, deporte que practicó por muchos años en San Jorge, Hurlingham, La Cañada, y siempre lo hace en Calvú Leuvú, Azul, donde llegó a 6 de hándicap. También lo hizo en Estados Unidos, Europa, Nigeria, Brasil, Uruguay, Guatemala y Colombia, entre otros. Y además, aceptó la invitación para ser uno de los referís oficiales de la Asociación Argentina de Polo, actividad que abandonó hace dos años, pero a pesar de ello, sigue atento a las novedades que llegan desde la AAP.


-¿El polo argentino está transitando una crisis?

-En mi opinión, el polo Argentino claramente necesita cambios. No sé si esta Presidencia es la adecuada para realizarlos, ojalá encuentren el camino y puedan hacer una gestión con éxito. El polo por varias razones está viviendo años grises, y esto responde a una diversidad de causas, algunas solucionables por nuestra administración, y otras ajenas a nuestras voluntades, como son situaciones críticas de las economías, tanto del país como del mundo en general. El polo del interior es una gran base de la actividad y hoy está absolutamente incapaz de desarrollarse. Los costos son muy difíciles de afrontar, los clubes no pueden mantener sus instalaciones en condiciones, los jugadores amateurs solventaban sus gastos con la venta de algún caballo, y así se fomentaba un semillero de nuevos jugadores, petiseros, domadores, veterinarios, etc. Hay clubes que no tienen el número de jugadores para hacer una práctica. La comercialización de caballos tan exitosa anteriormente, hoy es inexistente. Las grandes organizaciones, por su estructura, inversión y profesionalismo se quedaron con el negocio de venta de caballos, antes mucho más atomizada, por ende el jugador común perdió esta posibilidad de solventar sus gastos. Con respecto al alto polo ya no se ven esas tribunas repletas que desbordaban de gente como ocurría antes. Esto se debe claramente a la competencia de la televisación, hoy excelente, y un poco a la pérdida de interés demostrada por el público ante partidos con equipos muy desiguales. 

-¿Un jugador profesional en actividad puede presidir la AAP? ¿Eso es bueno o malo para el polo?

-Creo y estoy seguro que en cualquier actividad no se puede ser juez y parte. Esto me lo enseñó la vida, y la administración de la AAP no es una excepción. Los integrantes del Consejo Directivo no deben participar en los grandes torneos oficiales. Hay que tratar de evitar que exista familiaridad con equipos actuantes. No dudo la imparcialidad en la toma de decisiones por partes de los integrantes del consejo, pero siempre existen y existirán suspicacias e interpretaciones en los equipos perjudicados.