Clara carga en su mirada el esfuerzo de todo el día y al llegar a su hogar se toma solo unos minutos para calentar la pava y preparar el mate. Encara para su taller y frente al telar cierra los ojos por unos segundos, toma una bocanada profunda de aire, y busca en sus recuerdos una figura para plasmar en el telar. Siente un cansancio tremendo en todo su cuerpo, sus brazos y dedos parecen quebrados de tanto ir y venir con el hilo sobre el telar. Anhela tomarse una larga siesta pero sabe que si se recuesta aunque sea por un momento no se va a poder levantar hasta el otro día y va a dejar sin cena a sus 10 hijos. Tiene la boca seca y duda cada vez que le dan ganas de tomar un mate. Está angustiada por haber traído poca comida para sus pequeños. A su lado, Gabriela de 11 años observa todos sus movimientos sin desviar la mirada del hilado. Clara suelta unas lágrimas que rápidamente seca con su hombro y continúa tejiendo el diseño que le había disparado su mente. A la mañana siguiente, la mujer no sale del asombro al ver los centímetros que había realizado la pequeña en el telar y entonces promete enseñarle todo lo que sabe.
Gabriela Carriman aprendió de su madre todo lo que sabe
sobre el arte del telar y este año llevó lo mejor de su producción a la 136° Exposición
de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional en Palermo. “Vengo de una
generación de tejedoras mapuches y ahora enseño el arte del textil mapuche en
el Centro Cultural Esquel Melipal. Trabajo con tintes naturales que luego
implemento en el tejido”, dice Gabriela, y asegura que su fuerte es el poncho
mapuche que se utiliza en el trabajo rural, todo hecho con lana de oveja.
También hace centros de mesa, bolsos, mochilas, chalecos en lana cruda, fajas,
cintos, y alfombras.
El taller de Gabriela es su casa ubicada en Esquel, donde
aplica el arte Mapuche que es totalmente distinto a lo que se utiliza en el
norte del país. La técnica Mapuche es vertical y siempre está sostenido en la
pared, cambian los diseños y la materia prima. El mapuche siempre trabajó con lana
de oveja y no es el mismo hilado que el del norte, y además la calidad de la
lana cambia porque se utilizan distintas razas. Los Mapuches extraen lana de
ovejas Merino y Pampa o Linca, en el noroeste de la Patagonia Argentina.
Los trabajos de Gabriela comienzan con una minuciosa
selección del vellón de lana que compra a productores ovinos de la zona. Luego
hace el torcido, que se usa para obtener un deslice con mayor facilidad y evita
dañar a las prendas. Después realiza el
lavado, que es un proceso muy delicado y largo, que va a definir la calidad
final del producto. Primero se lava con agua caliente para extraer todos los
restos orgánicos, y luego se enjuaga con agua fría y se deja secar en
superficies planas. “Recuperamos el tinte natural que se había perdido durante
muchos años y ahora lo trabajamos y lo implementamos al tejido como por ejemplo
raíces del arbusto calafate, un símbolo de la Patagonia”, comenta Gabriela,
quien llegó a vender ponchos mapuches a Europa y los Estados Unidos. Sus
trabajos se pueden ver en sus redes sociales y en el Centro Cultural Melipal,
en la ciudad de Esquel.
Más información:
https://www.facebook.com/p/Artesanias-Gabriela-Carrim%C3%A1n-100068312486561/
https://www.instagram.com/gabriela.carriman/?locale=ru&hl=am-et