lunes, 26 de agosto de 2024

EL PONCHO VIAJERO

 Clara carga en su mirada el esfuerzo de todo el día y al llegar a su hogar se toma solo unos minutos para calentar la pava y preparar el mate. Encara para su taller y frente al telar cierra los ojos por unos segundos, toma una bocanada profunda de aire, y busca en sus recuerdos una figura para plasmar en el telar. Siente un cansancio tremendo en todo su cuerpo, sus brazos y dedos parecen quebrados de tanto ir y venir con el hilo sobre el telar. Anhela tomarse una larga siesta pero sabe que si se recuesta aunque sea por un momento no se va a poder levantar hasta el otro día y va a dejar sin cena a sus 10 hijos. Tiene la boca seca y duda cada vez que le dan ganas de tomar un mate. Está angustiada por haber traído poca comida para sus pequeños. A su lado, Gabriela de 11 años observa todos sus movimientos sin desviar la mirada del hilado. Clara suelta unas lágrimas que rápidamente seca con su hombro y continúa tejiendo el diseño que le había disparado su mente. A la mañana siguiente, la mujer no sale del asombro al ver los centímetros que había realizado la pequeña en el telar y entonces promete enseñarle todo lo que sabe.

Gabriela Carriman aprendió de su madre todo lo que sabe sobre el arte del telar y este año llevó lo mejor de su producción a la 136° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional en Palermo. “Vengo de una generación de tejedoras mapuches y ahora enseño el arte del textil mapuche en el Centro Cultural Esquel Melipal. Trabajo con tintes naturales que luego implemento en el tejido”, dice Gabriela, y asegura que su fuerte es el poncho mapuche que se utiliza en el trabajo rural, todo hecho con lana de oveja. También hace centros de mesa, bolsos, mochilas, chalecos en lana cruda, fajas, cintos, y alfombras.


El taller de Gabriela es su casa ubicada en Esquel, donde aplica el arte Mapuche que es totalmente distinto a lo que se utiliza en el norte del país. La técnica Mapuche es vertical y siempre está sostenido en la pared, cambian los diseños y la materia prima. El mapuche siempre trabajó con lana de oveja y no es el mismo hilado que el del norte, y además la calidad de la lana cambia porque se utilizan distintas razas. Los Mapuches extraen lana de ovejas Merino y Pampa o Linca, en el noroeste de la Patagonia Argentina.


Los trabajos de Gabriela comienzan con una minuciosa selección del vellón de lana que compra a productores ovinos de la zona. Luego hace el torcido, que se usa para obtener un deslice con mayor facilidad y evita dañar a las prendas.  Después realiza el lavado, que es un proceso muy delicado y largo, que va a definir la calidad final del producto. Primero se lava con agua caliente para extraer todos los restos orgánicos, y luego se enjuaga con agua fría y se deja secar en superficies planas. “Recuperamos el tinte natural que se había perdido durante muchos años y ahora lo trabajamos y lo implementamos al tejido como por ejemplo raíces del arbusto calafate, un símbolo de la Patagonia”, comenta Gabriela, quien llegó a vender ponchos mapuches a Europa y los Estados Unidos. Sus trabajos se pueden ver en sus redes sociales y en el Centro Cultural Melipal, en la ciudad de Esquel.

 

Más información:

https://www.facebook.com/p/Artesanias-Gabriela-Carrim%C3%A1n-100068312486561/

https://www.instagram.com/gabriela.carriman/?locale=ru&hl=am-et





martes, 28 de febrero de 2023

COMO EL BARRO DEL ALFARERO

Huarpe es un pueblo indígena de la región de Cuyo, donde habita la comunidad Sawa en los territorios de Lagunas de Guanacache, ubicadas entre los departamentos Sarmiento y 25 de Mayo; y las Lagunas del Rosario, situadas en la frontera entre San Juan y Mendoza.


Desde sus orígenes que los Sawa trabajan con barro para la construcción de tinajas y así poder recoger y trasladar el agua en una región árida. También se dedicaban a las actividades agropecuarias como la siembra de cereales y verduras, y la crianza de animales.

Los artesanos y artesanas de la comunidad Sawa hacen con barro objetos ornamentales sin moldes, y cada uno tiene su sello personal que lo emplea en cada producto elaborado. El sello más significativo consiste en un dibujo de tres montañas y corresponde al Huarpe de mayor rango, y el único que puede utilizar el diseño con montañas es el cacique más añejo. Cada pieza es única, se preparan y se hornean por una semana. Durante los primeros 3 días se secan las piezas dentro del horno sin calor agregado; luego de 24 horas con fuego, y por último, tres días más para bajar la temperatura. Es una técnica ancestral que requiere de mucho conocimiento ya que con la aplicación de mayor o menor calor, las artesanías se pueden romper.


Silvia Solá es la directora de la Fundación para la Familia, radicada en San Isidro, y en la provincia de San Juan. Ambas sedes sin fines de lucro están abocadas al bienestar familiar a lo largo de todo el ciclo vital, desde la concepción y hasta la vejez, que busca el bienestar social general a través de las familias como eje central y unidad indivisible.


“Al tener dos sedes de mi fundación en dos provincias, viajo cada diez días de una a la otra. Viajamos con una ambulancia que utilizamos para diversos fines relativos a salud. Los Sawa nos conectaron con personas de Buenos Aires para llevar vasijas y tinajas por la capacidad de nuestro medio de trasporte. Realizamos algunos traslados hasta que de pronto nos propusimos hacer la comercialización de sus productos a beneficio de nuestra fundación y con un objetivo claro que es ayudarlos a instalar un molino para obtener agua de la profundidad de la tierra. También, en una segunda etapa, instalar un equipo de obtención de energía solar y/o eólica aprovechando la fuerza del viento zonda”, señala Silvia, quien colabora para que las manos de los artesanos Sawa puedan seguir dando forma a las vasijas y continuar con el legado que fue transfiriéndose por generaciones.

Más información: https://www.instagram.com/huarpes/

https://www.instagram.com/fundacion.paralafamilia/

miércoles, 24 de agosto de 2022

LA MADERA HECHA VIDA

 Era una tarde soleada y calurosa en el campo. Casi que no había nubes, el aire estaba pesado y las ramas de los árboles parecían estar petrificadas. Las vacas holando se amontonaban en las bebidas, y los caballos bajo la sombra de los árboles, a cada rato sacudían la cola y rozaban sus patas sobre la panza para quitarse de encima a los insoportables mosquitos. Con ese calor agobiante, Mary salió a caminar y a pensar en su futuro, ya que la situación económica que atravesaba su familia le impedía comenzar a estudiar una carrera terciaria.

Después de caminar por unos largos minutos y con la mirada clavada en la tierra, Mary encontró en su camino unos huesos y unas hojas de palmeras sin saber que aquellos objetos iban a ser el puntal que despertarían en ella la pasión que hoy lleva en la sangre: la artesanía.

Fue con esos objetos y con un cuchillito para pelar papas que Mary González, hija de tamberos, comenzó a tallar su primera escultura. Con los días, los dibujos que hacía en las hojas de palmeras lo fue cambiando por la madera y talló algunas esculturas de temática religiosa. “Soy totalmente autodidacta, nunca había visto a nadie tallar y no sabía que existían herramientas para ello, lo primero que hice fue una virgencita”, comenta Mary, y agrega que las primeras herramientas con las que arrancó a tallar, las inventó ella misma: “Con el tiempo me fui haciendo algunas herramientas. Empecé con un cuchillito y con el tiempo conseguí un formón plano y uno curvo, y con eso me manejé por mucho tiempo hasta que supe que había otras”.

De a poco Mary fue armando su taller en El Triunfo, localidad del partido de Lincoln, en la provincia de Buenos Aires, a unos 346 kilómetros de Capital Federal. Imágenes religiosas, ceniceros, cuadros, tablas para picar, adornos, todos hechos con maderas que Mary trae de La Pampa o San Luis, y que también de algunas madereras de la zona, aunque últimamente suele recolectar troncos de algún árbol seco por los alrededores de su casa.

“Mi primera exposición con mis productos fue en un pre Cosquín en Azul, y de ahí no paré de exponer en las ferias hasta hace dos años por efectos de la pandemia. Hace más de 30 años que trabajo con la artesanía en madera. Hoy continúo trabajando a nivel local”, dice Mary, una muestra más del enorme esfuerzo que realizan los emprendedores en la Argentina que crece.

Más información: Maria.Gonzalez1949@hotmail.com

https://www.facebook.com/profile.php?id=100001560320163

TEL: 02355-493119/15414444

 

miércoles, 13 de julio de 2022

CON LA CABRA ATADA

 La Vauquita, la golosina hecha con el manjar de los argentinos y que es un clásico de los kioscos, tiene su origen en Trenque Lauquen, al oeste de la Provincia de Buenos Aires, a unos 444 km de la Capital Federal por la Ruta Nacional n.º 5. Es el partido bonaerense con más tambos. Actualmente hay cerca de 165 y genera más de 1000 puestos de trabajo directos.

Si bien la mayoría de los tambos en Trenque Lauquen son de producción lechera vacuna, hay quienes se animaron a la caprina y con ella a elaborar otro manjar: quesos. Este es el caso de Siete Cabritos, una empresa familiar que desde hace 80 años se dedica a la actividad láctea y desde hace 15 a la producción caprina. La familia Espain arrancó en el 2007 con una pequeña majada de 20 cabras en la estancia San Francisco, y en un año con una producción de 40.000 litros comenzaron a elaborar quesos y crearon la marca Siete Cabritos.


Anteriormente, los Espain tenían el tambo en Villa Dolores, Córdoba, pero con los años fue creciendo y cada vez se hacía más difícil el control de las majadas, así que decidieron mudarlo a la localidad de Treinta de Agosto, Trenque Lauquen. La idea fue de Paco Espain, a la que luego se fueron sumando su hermana, hijos y sobrinos. Ahora trabajan 8 personas y hoy tienen unas 500 cabras, pero llegaron a tener unas 800 que se vieron afectadas por problemas de cetosis y robos.

La leche para elaborar los quesos de Siete Cabritos proviene de las razas Criolla y Saanen. La Saanen es originaria de Suiza y es considerada la especie caprina lechera por excelencia en el mundo. Aportan unos 5 litros por animal y tienen un buen nivel de volumen, pero no así de sólidos, que son importantes para la elaboración de los quesos en cuanto a composición de leche, y eso lo brinda la Criolla.


Las cabras se alimentan de pasturas y además se les proporciona suplementos con pellets de alfalfa y algún balanceado para que el animal entre al ordeño en estado óptimo. “Si bien el año pasado no fue el mejor, sacamos unos 600 litros por día y obtuvimos unos 100.000 litros en toda la campaña. Otros años llegamos a hacer 150.000 litros anuales”, dice Lázaro Llorens Espain, quien está a cargo de la parte industrial de la empresa.

El trabajo en el tambo arranca bien temprano, a las 5 de la mañana empieza el ordeño, hasta las 9, y luego se les da una ración y el circuito se repite a las 17 hs y finaliza a las 21, pero lo más importante para un buen funcionamiento es la sanidad de las cabras, y por eso la atención veterinaria en Siete Cabritos es permanente.

Pero vamos a lo que más tienta: los quesos. Y aquí es donde los Espain desenvainan una interesante gama de productos que se obtienen con el cuidad integral de las cabras y la excelencia en la producción de leche. Son pioneros en el país en la elaboración de queso Azul de leche de cabra, queso Cuartirolo Caprino”, Sbrinz de cabra y pampeano, sardo, tybos, y provoleta de cabra. Manjares de la Argentina que crece.

Más información: https://sietecabritos.com

info@sietecabritos.com

viernes, 1 de julio de 2022

BIENESTAR CAMPERO

 No a todos nos hacen sentir bien las mismas cosas. Como dijo alguna vez Aristóteles, “el fin del ser humano es la felicidad”, sin embargo, esto lleva implícito que el fin orientador del actuar humano, es subjetivo o relativo ya que depende de cada individuo. Y para Marcelo Giuggioloni, su búsqueda de bienestar sumado a la desazón por el éxodo rural hacia las ciudades de muchos pueblos de la Provincia de Buenos Aires, y la fuerte influencia de los procesos cada vez más industrializados de agricultura, lo empujó a crear Yamay (“estar bien” en lengua mapuche), un espacio alternativo que revaloriza un uso de la tierra más responsable y saludable. El lugar está ubicado en la localidad de Pardo, Partido de Las Flores, Provincia de Buenos Aires, a 223 Kilómetros de Capital Federal, hacia el sur por la Ruta 3.

“En Marzo de 2008 compramos 6 hectáreas de tierra en Pardo para fundar Yamay Ecoturismo. Lo primero que me cautivó fue que no tenía luz eléctrica y que sus 6 hectáreas y su forma triangular permitía recorrerlo rápidamente a pie. Cuando adquirí el predio, solo había una plantación de soja con pobre crecimiento, dos pilares en la entrada con su reja y un pequeño galpón de herramientas”, dice Marcelo, que desde siempre pensó en desarrollar un modelo turístico comprometido con el entorno que despierte conciencia social, ecológica y cultural, e invita a que individuos, familias y comunidades participen en la construcción de un futuro sostenible.

“Quiero que Yamay funcione para cada individuo como una semilla que germine luego del regreso a su lugar y vida cotidianos. Fue en esa búsqueda que descubrí el término permacultura, la construcción natural y la filosofía que encierran”, explica Marcelo, y agrega que en el ámbito de la propuesta turística, se sumó el equipo de Pardo Autentico que propone una oferta de turismo Rural Comunitario y Sustentable. Ambos emprendimientos y algunos más forman parte de la ONG Colectivo Sustentable que aporta el desarrollo de pueblos rurales.

Yamay Ecoturismo ofrece experimentar el alojamiento Glamping en Yurtas con baños privados (construcciones tradicionales de los pueblos nómades de la estepa de Mongolia). La casa y el centro de baños de adobe con techos vivos, están realizados con materiales y técnicas de construcción natural (tierra, paja, arcilla, piedra, madera, caña, arena, etc.). Actualmente son utilizadas por el equipo anfitrión. Y además, se recibe a grupos para hacer retiros o actividades asociadas con la naturaleza (ideal para astrónomos y astrofotógrafos), familias, amigos, etc.

El emprendimiento Yamay Ecoturismo es una muestra concreta del gran esfuerzo que realizan los emprendedores en esta Argentina que crece.

Más información: https://yamay.com.ar

info@yamay.com.ar

FOTOS: Juan Manuel Damperat


martes, 5 de abril de 2022

EL CASARES SIN PLAYAS, PERO CON WHISKY

Carlos Casares es un partido ubicado al noroeste de la provincia de Buenos Aires. Se llega por la Ruta 5, camino a Luján. La ciudad cuenta con alrededor de 22.000 habitantes, y se la conoce como la capital nacional del girasol, además allí nació el piloto Roberto  “Tito” Mouras, tres veces campeón de Turismo Carretera y ganador de 50 carreras en TC.

Pero en los últimos meses Carlos Casares fue noticia por el whisky que allí produce Ricardo Satulovsky, un médico cirujano que nació en La Plata y que hace ya unos años decidió mudarse con su familia al interior.

Antes de comenzar con el whisky, Ricardo se lanzó a la cervecería artesanal en el 2008 pero con la minuciosidad que adquirió en su profesión de médico, agregó el malteo de cebada y comenzó a destilar whisky hace ya ocho años.

El whisky que elabora Ricardo es un single malt, es decir que se produce con una sola destilería. Se destila a partir de la fermentación de un cereal malteado, principalmente de la cebada. “Lo más remarcable es que todos los ingredientes son nacionales, tiene genuina identidad: la malta se elabora con cebada del partido de Carlos Casares, y los barriles de roble americano son manufacturados desde Mendoza”, destaca Satulovsky.

La producción de Ricardo es muy limitada, y el proceso de elaboración es largo y complejo. El primer paso es moler la malta y mezclarla con agua templada para obtener el mosto, éste proceso se denomina macerado. Luego se fermenta con levaduras que producen el alcohol, y se suman sabores y aromas. El paso siguiente es la destilación en un alambique de cobre a través de un proceso de evaporación por calentamiento y posterior condensación. Posteriormente, se realiza un spirit run, es decir, un segundo destilado del cual se utiliza el alcohol y se añeja en barriles de roble americano quemados por dentro un tiempo mínimo de 3 años. “Nosotros lo dejamos añejar por 5 años. En el whisky los insumos buenos importan, pero el conocimiento y el tiempo lo son todo”, resalta Ricardo.

La decisión inicial de Ricardo fue arrancar a producir en pequeña escala e ir creciendo progresivamente en producción, con la idea de evolucionar y generar maestría continuamente. Actualmente, se producen 3.500 kg de malta por mes, de los que sólo se procesa a whisky unos 576 kg/mes (es decir el 16.5%), y el resto se vende a cervecerías artesanales.

El whisky Casares es carácter maltoso con leves notas herbales y una clara presencia de madera de roble americano. Hay 2 expresiones según el añejamiento principal: clásico de barrica de roble americano quemado por dentro; y de barrica de roble que maduró en Malbec. La versión clásica tiene una fuerte presencia de notas de madera y vainilla, mientras que el madurado en Malbec tiene notas a frutos secos y uvas, que asimila al brandy,  característico del whisky. 

Hay puntos de venta muy restringidos en CABA, La Plata, Mar del Plata y Rosario. Y recuerden que Carlos Casares no es una ciudad balnearia, así que preparen los vasos whiskeros y encaren la Ruta Nacional 5!

Más información: https://www.facebook.com/Whisky-Casares-1546997682271511

jueves, 25 de noviembre de 2021

LA JOYA DE SUIPACHA

El cultivo del arándano se presenta como una excelente opción de rentabilidad y como una alternativa de producción frutícola intensiva no tradicional, orientada tanto a los mercados externos como internos. Además, como una opción considerable en superficies no muy extensas, y con importantes impactos económico-social en las economías regionales.

En el establecimiento agropecuario Santa Isabel, en la localidad de Suipacha, provincia de Buenos Aires, la familia Imposti tomó nota sobre las bondades del arándano y desde el 2008 que cosechan las pequeñas bayas comestibles. El lugar cuenta con 8 hectáreas de arándanos premium con los más rigurosos controles de calidad.

“Ya iniciamos la cosecha, vendemos la fruta fresca al momento que sale y congelamos otra parte para tener fruta durante todo el año. Producimos arándanos, zarzamoras o (boison berrys) y frambuesas”, dice Marisa Palacio, quien junto con su marido Raúl crearon Il Mirtilo, una empresa que además de producir frutos rojos, elabora conservas, confituras, jugos y mermeladas.

El establecimiento cuenta con 31 mil plantas, en las cuales siembra las variedades misti, o’neil y blue chris, y además desarrolló una planta de empaque con frío a temperatura de 8 grados, ya que una vez recolectada la fruta, y puesta en bandejas para protegerla del sol, se debe enfriarla lo más rápido posible.

La recolección del arándano es en forma manuela y la estabilización de la cosecha se da a los 7 años. El arándano es un arbusto perenne, que llega a alcanzar en su madurez tres metros de altura. Su color depende de la variedad y se presenta en diferentes colores como azules, negros y morados. Los arándanos son reconocidos como una de las frutas con mayor contenido de antioxidantes y un completo aporte nutritivo para el organismo.

“Exportamos algo de fruta durante tres años con otros productores de la zona que actualmente ya no existen, y nos dimos cuenta que exportar con una producción de entre 20 y 30 mil kilos no era un volumen suficiente dados los costos, así que nos volcamos al mercado interno”, dice Marisa, pero de ninguna manera apesadumbrada por no poder exportar, ya que con su marca desarrolló jugos y productos gourmets que terceriza la producción y sus principales elaboradores son los monjes benedictinos de Luján, y Alimentos Natali, en Paso del Rey.

Pero la inquietud de Marisa por seguir emprendiendo nuevos caminos, la llevó a recorrer ferias nacionales y exposiciones por todo el país y generar nuevos clientes a los cuales provee fruta congelada a gran escala en zonas como El Bolsón y otras localidades del sur en donde el arándano expresa todo su potencial. “Llegamos a un negocio muy distinto que es vender durante todo el año fruta fraccionada por kilo de frutos rojos, frambuesa, arándanos, y zarzamoras”, comenta Palacio, y abre la tranquera de su establecimiento a los visitantes para conocer la plantación, degustar los productos y conocer los secretos de la joya morada que se suma a las delicias que se ofrece en La Ruta del Queso.

Más información: www.ilmirtilo.com.ar